La señorita Ivonne daba Educación Religiosa y Moral de 1º a 7º grado en mi escuela pública salteña. Nos hablaba de la Biblia y del Milagro. Era muy buena y alguna vez puso música. Recuerdo el verbo “venerar” y no saber qué significaba, y la compleja Señal de la Santa Cruz, con una cruz veloz en la frente, una en la boca, una en el pecho y la palabra “enemigos”.
Uno de mis compañeros dibujaba callado en un rincón o andaba suelto por el patio. Faltaba los días de misa y en la libreta no tenía calificación sino una raya. Se sentía tan distinto que le rogó a su mamá que dejara de ir a “hacer quilombo”, aunque en los últimos años, dice ahora, se le pasó aquella “vergüenza” y, “la verdad, prefería no tener Religión”. Una nena de familia mormona y “los judíos” del grado también aparecían diferentes.
En este modelo educativo (que la provincia encarna desde 1886, bastante antes de Juan Manuel Urtubey), algunas familias optan entre pelear por excepciones para sus chicos durante esa materia o dejar que todo pase y todo quede. Lo mismo con las salidas atadas a la agenda católica, frecuentes antes de la primavera, en la previa de las fiestas patronales, cuando escuelas estatales y privadas -caras y baratas, de las periferias y del centro- llegan a la plaza 9 de Julio en tandas, con claveles rojos y blancos para ofrendar y alimentos para donar, y se vuelcan en la catedral como una marea joven y diversa en un gran embudo uniformador.
En 2009, la Dirección de Enseñanza Primaria institucionalizó un poco este hábito con un formulario donde los familiares manifiestan si quieren educación religiosa o no, y cuál. Se lo diseñó tras la reforma de la ley de Educación provincial actual, que reafirma que entre los fines de la política educativa está garantizar el derecho de padres o tutores “a que sus hijos o pupilos reciban en la escuela pública la educación religiosa que esté de acuerdo con sus propias convicciones”, contemplado en la Constitución salteña.
Para la Asociación por los Derechos Civiles (ADC) y las madres de ahora ex estudiantes que motorizan la causa judicial que llegó a la Corte Suprema de Justicia la Nación, todo este marco legal se traduce en prácticas que discriminan y afectan varios derechos. Piden que se lo declare inconstitucional y la Primaria sea laica. Es que en la práctica se dicta sólo religión católica y a la carta del Arzobispado provincial, gran impulsor de la ley vigente y dueño del instituto superior donde se forma el grueso de los profesores de Religión del municipio capital, el más poblado.
El gobierno provincial niega que Religión sea catequesis y defiende su diseño curricular (dos horas semanales de religión en horario escolar) haciendo valer, entre otras cosas, la cultura regional y la autonomía de las provincias para trazar su educación Primaria. Tiene a su favor un fallo de la Corte de Justicia de Salta, que en 2013 convalidó la ley cuestionada. Pese a la popularidad de la fe católica en la provincia, cuatro de los jueces que votaron consideraron el planteo de una asesora de incapaces de que la ausencia de formación religiosa perjudicaría a los chicos de familias pobres y trabajadoras que no pueden ir a una escuela privada o ser instruidos en la casa.
¿Es constitucional la enseñanza de religión en las escuelas primarias de esta provincia? Antes de resolver, la Corte abrió el juego a una audiencia pública híper plural que se transmite en vivo por internet. Religión en horario escolar y el que no quiere, que haga otra cosa. Hora de religión para conocer distintos credos. Escuela abierta para religión después de hora. O que toda enseñanza religiosa salga de la escuela pública. En esos andariveles se ordenan las opiniones que están llevando decenas de referentes de instituciones profesionales, católicas, laicas, adventistas, bautistas y hasta de una logia de masones, pasando por organismos de derechos humanos, asociaciones de abogados de distintas tendencias, universidades, fundaciones, docentes y partidos políticos.
Y se viene escuchando de todo.
Científica. Laica. Oscurantista. Autonomía. Convicciones. Costumbres. Símbolos. Víctimas. Minorías religiosas. Comunidades indígenas. Asimetría entre iglesias. El derecho de los padres. El deber de los Estados. El derecho del niño a ser oído. Educación sexual. Prejuicios ideológicos. Marxismo. Atraso. Secta. Estado teocrático. Opio de los pueblos. Derecho a no ser discriminado. Lo que no está prohibido está permitido.
El debate parece un viaje al siglo XIX y también, quizá, una barbarie incomprensible. Pero a 1.500 kilómetros de Salta, los jueces lo escuchan de espaldas a un notable crucifijo de madera. Porque, como se dice en el interior, dios está en todas partes pero atiende en Buenos Aires.