Redacción
La inteligencia artificial IA forma parte de la vida de millones de personas, al mismo tiempo se ha abierto un debate acerca de si los beneficios de esta herramienta son lo suficientemente positivos para aceptar los riesgos subyacentes que tiene implícitos esta tecnología.
Se ha considerado que la utilidad de la IA estimulará el desarrollo de muchas ramas de las ciencia, sin embargo, también ha habido comentarios en torno a que dicho desarrollo no escale a dimensiones que pudieran ser incontrolables.
Los avances tecnológicos han generado oportunidades y retos por igual. En la medida en la que la IA se vuelve más necesaria para los procesos educativos, de comunicación, en salud y muchas otras áreas, al mismo tiempo obliga a todos los sectores a integrar estos avances a sus respectivos ámbitos.
La responsabilidad de incluir procesos automatizados, pasan por tener en cuenta en todo momento los elementos de seguridad, derechos civiles y humanos, lo cual convierte en prioritario apegarse a un marco ético que cumpla a cabalidad con esta necesidad.
Beatriz Palacios, directora de Innovación Educativa y Aprendizaje Digital del Tecnológico de Monterrey, menciona que la IA es una tecnología de doble filo, por la naturaleza de la herramienta, en constante evolución, con implicaciones que deben considerar el tema social y no meramente el científico.
El reto radica en entender las tecnologías y emplearlas para un beneficio integral para la humanidad, así como encaminar los propios avances a mejorar la calidad de vida, sin separar la ética de las ventajas que supone su uso como se conoce actualmente.