Desde hace meses, la pregunta era recurrente: “¿Renunciará Justin Trudeau?” A pesar de su firmeza al decir que seguiría como líder del Partido Liberal, incluso frente a la creciente frustración de los votantes y el ascenso de su principal rival, el primer ministro canadiense anunció este lunes su dimisión, aunque permanecerá en el cargo hasta que su partido elija un nuevo líder.
Trudeau llegó al poder en 2015 como un líder fresco y carismático, y su partido pasó de ser el tercero a obtener una mayoría histórica en el Parlamento. Sin embargo, con el paso de los años, su figura se fue erosionando, y su legado fue empañado por varios escándalos y la creciente desconexión con la opinión pública.
Paul Wells, periodista canadiense, señaló que Trudeau será recordado por temas como la reconciliación indígena y la política climática, pero también como alguien “incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos”.
A pesar de sus logros, como la gestión de la pandemia y la renegociación del acuerdo comercial con Estados Unidos, Trudeau sufrió una serie de controversias. Los escándalos de corrupción, como el caso SNC-Lavalin, y los viajes de lujo a las Bahamas, erosionaron su popularidad. Además, su política sobre inmigración y el aumento del costo de vida generaron descontento.
La situación empeoró con la derrota de su partido en varias elecciones locales y la caída de su apoyo en las encuestas. En diciembre, la dimisión de la clave ministra Chrystia Freeland, tras diferencias con Trudeau sobre los gastos sociales y las amenazas de aranceles de Donald Trump, fue la gota que colmó el vaso.
Con la renuncia de Freeland y la creciente presión dentro de su propio partido, Trudeau entendió que su liderazgo ya no era viable, marcando el fin de su era.