¿Alguna vez has dicho algo tan inoportuno que quedas atrapado en un incómodo silencio? A muchos nos ha pasado. A veces, lo dicho no fue incorrecto, sino fuera de lugar. Lo que faltó fue el nunchi, un concepto coreano que se traduce como “medida a simple vista”.
El nunchi implica observar y evaluar no solo a las personas, sino también el contexto y la atmósfera en un entorno social. Según Euny Hong, autora de El poder del nunchi, muchas veces podríamos evitar comentarios inapropiados simplemente desacelerando y comprendiendo mejor la dinámica de la situación.
Este arte de leer el ambiente y las emociones ajenas tiene un fuerte componente social. “Es una forma de convivir”, explica la doctora Jin Park, profesora de Filosofía. En una sociedad como la surcoreana, muy densa y colectivista, el nunchi ayuda a convivir sin conflictos, sin herir los sentimientos ajenos ni comprometer los propios.
El nunchi se enseña desde la infancia, ayudando a los niños a ser sensibles al entorno, como al dar un pañuelo sin que se pida o esperar el momento adecuado para hablar. Hong enfatiza que el silencio tiene un valor especial en la cultura coreana; no siempre es necesario verbalizar sentimientos para comunicarse.
Además de observar a los demás, el nunchi implica también un conocimiento profundo de uno mismo. Hong observa que el manejo de la ansiedad social y la autoobservación son herramientas clave del nunchi. Así, puede usarse tanto como defensa para evitar momentos incómodos como para desarrollar relaciones más cercanas y comprensivas.
Al aprender a leer el ambiente, aquellos con un “nunchi rápido” tienen más probabilidades de encajar bien en cualquier situación social. Este enfoque puede verse también como un medio para crear una comunidad más empática y cohesionada, entendiendo al otro sin necesidad de palabras explícitas.
En resumen, el nunchi no solo es un arte de percibir lo no dicho, sino también un medio para vivir de manera más armoniosa en comunidad.