Por Carlos Portillo
Siguen sin entender Venezuela. El presidente Nicolás Maduro ha sobrevivido a todos los embates de manual de desestabilización por parte del gobierno estadounidense, incluyendo sanciones y una campaña mediática de permanente acecho.
En todos los casos, el gobierno ha salido avante de la mano del pueblo. Cuando las élites importadoras montaron el desabasto de productos básicos, el gobierno se juntó con las comunas populares y hallaron la forma de hacer productos orgánicos, además de implementar huertos urbanos, entre otras soluciones. Salieron adelante.
Después vino el ataque de la hiperinflación y volvieron a resolver con medidas conjuntas en las que siempre se priorizó el bien común, especialmente a la gente de a pie. Una y otra vez, salieron adelante. Ni la oposición ni la derecha mundial son capaces de entender este tipo de sinergia y poder populares. Debería bastarles recordar cómo el pueblo evitó un golpe de Estado en 2002, tomando el Palacio de Miraflores para que le devolvieran a su presidente.
La profundidad de la conciencia política alcanzada con el chavismo sigue siendo el factor determinante para mantener más del cincuenta por ciento de respaldo, frente a una oposición que no consigue agrupar ni representar a los inconformes. Maduro, poco a poco, ha logrado cautivar a los sectores chavistas que se habían desmovilizado o desilusionado. Y lo ha hecho a pulso de resistir y saber responder a la guerra económica y mediática.
Mientras los medios hegemónicos llenan las portadas de ataques y mentiras que, en los mejores casos, corrigen dos días después en algún rincón del diario, la conciencia popular se afianza, se moviliza y acude a las urnas en defensa de un proyecto antiimperialista.
Si Estados Unidos de verdad quiere reducir el fenómeno de migración, tendrá que acabar con los bloqueos y sanciones económicas que generan las causas de los migrantes.